Esta fotografía no corresponde a los protagonistas de la historia |
LEALTAD Y AMOR DE PERRO
Manuel Fernández Espinosa
Algunas veces saltan noticias sobre la agresión de algún perro a un ser humano. Pero también podemos leer entrañables historias de perros que, en su lealtad, aguardan durante meses a sus dueños a la puerta de los hospitales... O no se separan de la tumba o el cementerio donde yacen sus amos. Ésta es tal vez una de las historias tristes que pueden leerse, pero también es una historia de lealtad y heroísmo caninos: y tuvo lugar en nuestra Sierra de Segura. La rescato de la hemeroteca, su fecha es de noviembre de 1980, viéndose publicada en dos de los principales diarios nacionales: EL PAÍS y el ABC. No ha pasado mucho tiempo de aquello; pero me conmovió otra vez la lealtad de uno de los animales más nobles que existen: el perro.
Por octubre de 1980 un pastor de 50 años (Ángel Moreno Fernández) se hallaba con su rebaño en la Solana del Estrecho a 1300 metros de altitud, cuando le sorprendió la muerte en aquellas soledades. Parece que ya nevaba por esa fecha, pues su cuerpo quedó sobre la nieve. Pero hasta el 27 de octubre los vecinos no pudieron hallar el cadáver del pastor desaparecido. En 11 días que pasó el cadáver del pastor a la intemperie, el perro se mantuvo al lado de su amo, defendiéndolo de todas las alimañas que pugnaron por la carne del pastor. El perro hizo una brava defensa de su dueño, hasta el extremo de que, cuando lo hallaron junto al cadáver del pastor, el perro presentaba heridas de las luchas que sostuvo contra otros animales que, de no ser por el canino, habrían devorado el cuerpo sin vida de su dueño.
El cuerpo del pastor se trasladó a Santiago de la Espada, tras ser levantado por el Juez. Pero, ¿y el perro? Después de su noble hazaña, el perro desapareció, sin que pudieran localizarlo los parientes y amigos del pastor que se esforzaron por hallarlo. Se desvaneció como un ángel guardián, tras cumplir su piadoso servicio.
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