Joaquín Medina, el torero caravaqueño |
JULIÁN MEDINA, TORERO DE CARAVACA, TRIUNFA EN SANTIAGO-PONTONES
Manuel Fernández Espinosa
Dedicado a mis alumnos de 2º de Bachillerato.
La Sierra de Segura es uno de los bastiones taurinos más destacados del panorama nacional. Su tradición se remonta a tiempos inmemoriales, pero a modo de anécdota, valga este comentario de hoy.
Los días 8, 9 y 10 de septiembre de 1930 vino a torear a Pontones el torero Julián Medina, prolongando su estancia en la Sierra para lidiar los días 11, 12, 13 y 14 de septiembre de 1930 en Santiago de la Espada. Julián Medina, natural de Caravaca, parece que había tomado la iniciativa en 1926. En 1928 había toreado en Madrid, por lo que cuando aparece en Pontones y Santiago de la Espada el joven matador ya tenía una fama que fue en ascensión; en Caravaca sufrió una cogida allá por julio de 1934 de la que salió bien parado, regresando a la arena en septiembre para triunfar en Mula. La Guerra Civil de 1936 dividiría también al mundo taurino en toreros afectos a los sublevados y toreros que cerraron filas con la II República. Entre los toreros que colaboraron con los sublevados figuran, entre otros: Juan Belmonte o Ignacio Sánchez Mejías (éste era hijo de aquel torero al que Federico García Lorca dedicó su famoso "Llanto" elegíaco). Julián Medina optó por la II República, participando en un festival a favor de las Milicias Populares de Murcia.
La noticia que nos lo refiere presente en Pontones y Santiago de la Espada se debe a una de las revistas señeras de la tauromaquia de la primera mitad del siglo XX: LA RECLAM TAURINA.
LA RECLAM TAURINA fue una revista valenciana de tauromaquia que se auto-subtitulaba “Revista defensora de la afición”. Se empezó a dar a la estampa en el año 1926 y se extinguió en octubre de 1931, siempre bajo la dirección del periodista y escritor Manuel Soto Lluch (Valencia, 1894). La revista salía a la venta -a 15 céntimos- puntualmente cada sábado con doce páginas, publicando crónicas y noticias sobre tauromaquia de toda España. La publicación valenciana contaba con unas excelentes ilustraciones, tanto fotográficas como dibujos y caricaturas, teniendo entre sus colaboradores a ilustradores de postín como el mexicano anarquista Juan Pérez del Muro, nacido en México el 1895, establecido en España desde 1919 y fallecido en Barcelona el año 1949; Pérez del Muro sería uno de los pioneros del tebeo español.
Desde el 8 hasta el 14 de septiembre de 1930, como hemos dicho arriba, Julián Medina toreó para el público de Santiago-Pontones. Según comenta LA RECLAM TAURINA a tenor del evento taurino, fue el aficionado D. Ángel Bueno el responsable de los festejos en Pontones. Se dice en el cuerpo de la noticia que: "Encontrándose accidentalmente en este pueblo el ilustre doctor don Lucas Martínez, a petición del público lidió un becerro, de forma tan magistral que puso de relieve su conocimiento de la lidia". Luego comentaré algo sobre el Dr. Lucas Martínez, de tan hadario destino.
En cuanto a la faena de Julián Medina, LA RECLAM TAURINA se deshace en elogios -"Hizo derroche de valor y arte, ejecutando maravillosas faenas de capa y asombrosas faenas de muleta, en las cuales derrochó la esencia de su exquisito y sublime arte" -dice textualmente. Ovaciones y vítores celebraron las faenas del espada caravaqueño.
Las cuatro tardes de Santiago de la Espada fueron cuatro triunfos para Julián Medina. En Santiago se torearon novillos, de la ganadería de D. Gerardo Morcillo, novillos que -a decir del semanario: "han salido grandes, gordos y bravos, dejando a gran altura la divisa de tan escrupuloso criador de reses bravas". La nota jocosa la puso un trío de "charlots" que vinieron de Cartagena: Ramper, Charlot y Tomasín como espectáculo cómico-taurino.
El doctor Lucas Martínez Cruz al que en 1930 pidieron en Pontones que toreara vivía en Santiago de la Espada y poseía una ganadería de toros de lidia. Años después de esta anécdota que nos transmite LA RECLAM TAURINA, el Doctor Martínez, con 59 años de edad sería asesinado en Zumeta, a manos del abogado D. Patricio Rodríguez. Corría el mes de agosto de 1956 -nos dicen las páginas de sucesos del ABC de la fecha. Patricio Rodríguez disparó contra el médico y contra el hijo del doctor, Ernesto Ángel Martínez Algar, de 18 años de edad, segando la vida de ambos.
Tricornios charolados pudieron verse por las veredas, peinando la Sierra a la búsqueda del abogado D. Patricio Rodríguez que, tras derribar mortalmente a padre e hijo, se dio a la fuga.
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