sábado, 26 de noviembre de 2016

EL TESORO IBÉRICO DE SANTIAGO DE LA ESPADA


Juan Cabré Aguiló, fuente: Historias del Bajo Aragón



EL ARQUEÓLOGO ARAGONÉS JUAN CABRÉ AGUILÓ Y EL TESORO DE SANTIAGO DE LA ESPADA

Manuel Fernández Espinosa


Un episodio de la historia de Santiago de la Espada concitó el interés del arqueólogo aragonés D. Juan Cabré Aguiló. En los años 30 del siglo XX unos lugareños habían descubierto en los alrededores de Santiago de la Espada un tesoro ibérico que vendieron a un anticuario. Al anticuario ambulante se lo compró el reputado anticuario, afincado en Madrid, D. Apolinar Sánchez Villalva; poco después, el gobierno adquirió este tesoro a instancias del profesor D. Manuel Gómez-Moreno Martínez (1870-1970) que a la sazón estuvo a cargo de la dirección del Instituto de Valencia de Don Juan (Madrid), desde el año 1925 a 1950.

D. Juan Cabré Aguiló nació el 2 de agosto de 1882 en Calaceite (Teruel) y muy pronto entró en contacto con la colección de D. Sebastián Monserrat de Bondía (1840-1915) que le permitió acceder a las antigüedades que éste había reunido y conservado. Cabré Aguiló estudió en Tortosa y Zaragoza y, más tarde continuó sus estudios en Madrid, merced a una beca de la Diputación de Teruel. Su inclinación por el dibujo (estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando), así como por la historia -y, en concreto, por la arqueología- le facilitaron unas óptimas herramientas para desempeñarse brillantemente como arqueólogo de prestigio. En sus primeros años, Cabré Aguiló había tenido contactos con importantes personalidades de la arqueología española de finales del XIX y principios del XX, como fue D. Enrique de Aguilera y Gamboa (1845-1922), más conocido como el Marqués de Cerralbo o el sacerdote y cientifico francés Henri Breuil (1877 - 1961) que vino a España a estudiar las pinturas rupestres. La primera contribución escrita de Juan Cabré  fue para el Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, abordando en un estudio las excavaciones que él mismo había realizado en San Antonio de Calaceite. Formó parte del equipo que elaboró el Catálogo Monumental de España, colaborando con el Marqués de Cerralbo en muchas de las investigaciones arqueológicas que emprendió el aristócrata, formando parte también de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas cuya dirección estaba a cargo del de Cerralbo. Desde 1917 y hasta 1936, Cabré Aguiló colaboró con el Centro de Estudios Históricos, ocupándose concretamente del estudio que definiera la cultura ibérica y esto lo puso en relación con el prestigioso filólogo D. Ramón Menéndez Pidal y con D. Manuel Gómez-Moreno que había adquirido el tesoro de Santiago de la Espada.

La primera relación arqueológica que tuvo Cabré Aguiló con la provincia de Jaén se remonta al año 1914, cuando a título particular realizó investigaciones en el Santuario Ibérico de Collado de los Jardines (Santa Elena, Jaén). La notable riqueza arqueológica de nuestra provincia lo mantuvo ocupado con diversos yacimientos como Castellar de Santisteban o el estudio de la cámara mortuoria de la necrópolis de Tugia (Peal de Becerro).

No es de extrañar que, debido a su interés profesional por la cultura ibérica y dada la estrecha relación que mantenía con Gómez-Moreno, Cabré Aguiló estudiara detenidamente las piezas del Tesoro Ibérico de Santiago de la Espada, plasmando sus conclusiones bajo el título "El tesoro de orfebrería de Santiago de la Espada (Jaén)" publicado por el Archivo Español de Arqueología el año 1943.

Juan Cabré Aguiló pensó que el tesoro hallado en Santiago de la Espada era propiedad de un orfebre ambulante que, por alguna razón, lo escondió enterrándolo.

El Tesoro de Santiago estaba formado por más de un centenar de objetos y fragmentos: vasos, pulseras, fíbulas, pendientes y torques, etcétera. Las piezas se han fechado entre el siglo III al I antes de Cristo y por su morfología se nota no sólo la factura ibérica sino una indiscutible influencia céltica: en ese sentido, los torques, empleados desde la Edad del Bronce, son uno de los objetos arqueológicos típicamente célticos que eran llevados por sus propietarios, a manera de collar rígido y abierto en la parte anterior, no sólo como joya ornamental, sino con una dimensión espiritual: etimológicamente "torc" en irlandés antiguo significa "jabalí" que era un animal sagrado entre los celtas.

Torques del Tesoro de Santiago de la Espada: fuente SANTIAGO-PONTONES


Una de las piezas más valiosas del Tesoro de Santiago es un vaso de plata que ostenta una inscripción que dice: "EIKON BE" y ha sido traducida por J. Ramón Rivera como "A imagen de Bel". Encontrar el término "Bel" en una inscripción epigráfica celtibérica nos remite a la expansión de la religión mesopotámica, pues "Bel" es una palabra acadia que significa "Señor", aunque el epíteto se le aplicaba a varios dioses, con "Bel" se referían frecuentemente al dios Marduk, dios adorado de Babilonia, más tarde los griegos lo transformaron en "Belos" y los romanos en "Belus".


FUENTES DOCUMENTALES: 

"El tesoro de orfebrería de Santiago de la Espada (Jaén)", Juan Cabré Aguiló, Archivo Español de Arqueología, Madrid, 1943.

"D. Juan Cabré Aguiló (1882-1947). Los trabajos de cultura ibérica de un pionero", Susanta González Reyero, Universidad Autónoma de Madrid.

"Tartesios, íberos y celtíberos: sus escrituras y su lengua", J. Ramón Rivera.

"El Tesoro de Santiago de la Espada", Francisco Lorite Muñoz/Francisco José Lorite Fernández.

"La Iberia Mágica".

"Historias del Bajo Aragón".