domingo, 18 de junio de 2017

SANTIAGO-PONTONES: AQUÍ AÚN QUEDA MUCHO POR HACER

Miriam Martínez García


ENTREVISTA A MIRIAM MARTÍNEZ GARCÍA

Miriam Martínez García y Manuel Fernández Espinosa

A principios de los años 60 del siglo XX se contaban aproximadamente unos 54.900 habitantes en la comarca de la Sierra de Segura; en 2002 habían venido a ser 27.369: eran las señales de una tendencia que ha ido mermando en una sangría poblacional la comarca. La tendencia no se ha invertido y amenaza con el despoblamiento de la Sierra. Jóvenes de nuestra comarca se marchaban de la Sierra, buscando trabajo y encontrándolo, en aquellos años, en las fábricas de ladrillos y azulejos de Castellón, en la huerta murciana o en el sector servicios del turismo levantino. La crisis económica podría haber supuesto un retorno de estos jóvenes a sus localidades de origen, pero los que han vuelto no son tantos como para invertir esa tendencia que nos amenaza: la despoblación.

Una de las jóvenes que, tras haber hecho su carrera universitara en Murcia, regresó a Santiago-Pontones es nuestra amiga Miriam Martínez García y puede decirse que es ella una de las dinamizadoras más activas de la vida económica, social y cultural de Santiago-Pontones. 

Desafiando el tórrido calor de las postrimerías de esta primavera, nos reunimos con ella en el I.E.S. "Villa de Santiago", institución en la que ella misma estudió, viviendo durante no pocos años en la residencia, debido a la distancia de su domicilio marchenero. Era nuestro propósito entrevistarla desde hace tiempo y, aunque un servidor se hace un taco con la grabadora del teléfono móvil, esta vez ha surtido efecto y de lo conversado con ella voy a extraer lo que me parece más destacable para compartirlo con nuestros lectores.

Cuando graduó en Derecho por la Universidad de Murcia, Miriam podría haberse instalado en Murcia y dejar atrás su Marchena y su Santiago-Pontones para, en el mejor de los casos, venir en verano. Sin embargo, las circunstancias conspiraron para que regresara tras sus estudios y se estableciera en Santiago de la Espada, donde desempeña su profesión. Como muchos que logran un trabajo, podría dedicarse a él y no meterse en más líos, no obstante a Miriam no la dejan indiferente los problemas de la localidad. Por eso se ha metido de lleno en reactivar el tejido asociativo de Santiago-Pontones, como co-fundadora y secretaria de la Unión de Empresarios de Santiago-Pontones y colaborando en todas las iniciativas culturales y sociales que brotan en el panorama santiagueño. Todavía, en estos días de finales de junio, está en el aire el éxito que ha supuesto la reciente I Feria de la Trashumancia de Santiago-Pontones, celebrada los días 2, 3 y 4 de junio, un proyecto que, junto a otras personas, ella puso en marcha. Sobre ese asunto Miriam lo tiene muy claro:

 - Hay que apostar por la ganadería -dice con la resolución que la caracteriza. Yo creo que la ganadería es un punto fuerte que tiene Santiago-Pontones; además de ser la actividad económica principal, tiene un gran peso en nuestro patrimonio cultural, pues el mismo origen del municipio está ligado a la misma, por lo que creo importante apoyarla y ponerla en valor. Además, piensa que mis abuelos eran ganaderos... bueno “pastores” (se ríe), lo de "ganaderos" es más moderno, por lo que siento gran sensibilidad por este sector. Sin duda ayudar a que este sector ocupe el lugar que le corresponde sería un gran logro para mí.

-¿Eran trashumantes tus abuelos? -pregunto curioso.
 
-Sí, ambos lo eran, de hecho mis padres se conocieron gracias a ello; como mis abuelos pasaban los inviernos en Sierra Morena, allí se conocieron y comenzaron una amistad que, finalmente, dio lugar a que surgiera el amor entre mis padres, por lo que podría decirse que la trashumancia es la “culpable” de que yo esté ahora aquí (risas).
 
A propósito de esto, me viene a la mente cuando mis abuelos hablaban de esto y decían -continúa diciéndonos- que se “iban a Andalucía”, cuando se iban a Sierra Morena con el ganado. Yo de pequeña siempre pensaba que Sierra Morena estaría por Sevilla, ¡por lo menos! (risas), pero después descubrí que no, que está en nuestra misma provincia. Esto nos hace ver la poca vinculación que los serranos siempre han tenido con el resto de Andalucía, lo que, en mi opinión, creo que se debe a lo aislada que siempre ha estado la Sierra y la poca atención que la Administración le ha prestado, salvo, claro está, para lo que le ha interesado, que básicamente ha sido para explotar nuestros recursos y beneficiarse de ellos, sin que, por supuesto, ninguno de estos beneficios redundara ni en nuestro municipio ni en nuestra Sierra.

-Así que la primera feria ha ido bastante bien. ¿Tenéis intención de volver a hacer otra edición el próximo año?

-En efecto, y de hecho, ¡ya nos hemos puesto manos a la obra!; pues después de la feria nos reunimos para hacer balance, ver todos los fallos y, también, para ver la forma en que se enfocará el año próximo, ya que le queremos dar un cierto giro, aunque ¡no te quiero hacer spoiler! (risas).

Evidentemente, siendo la primera edición ha habido muchos fallos y hay muchas cosas que mejorar. Pero, en general, con lo que yo me quedo es que ha despertado una chispa en el pueblo, como que la gente ha visto que si nos unimos, trabajamos y le ponemos ganas, se pueden hacer cosas. Pues aquí siempre ha habido mucha resignación, del tipo "aquí no hay nada que hacer" y, no, aquí aún hay mucho por hacer.

-Eso es así, Miriam. Pero si no hay gente como tú que lo haga... Si la gente joven se marcha, hace la carrera y se instala en otras ciudades, perdemos la Sierra.

-Es también lo que nos han ido inculcando, creo yo. Mi compañero de trabajo, que es casi 20 años mayor que yo, dice que "antes toda la gente se quería quedar aquí y, ahora, de tu generación, Miriam, nadie se quiere quedar". Eso puede ser así, pero es que los padres ya les compran piso fuera que es como decir: "Niño, tú búscate la vida fuera que aquí no hay nada". Que sus hijos vuelvan aquí, después de estudiar, es visto como un fracaso. 

Lo veo en mi mismo caso: toda mi vida estudiando, acabas la carrera y, de repente, te encuentras con un papel que dice que eres “titulada en algo”, que te ha costado mucho esfuerzo, sacrificio (y dinero) conseguir y que no te sirve de gran cosa, pues a lo más que puedes aspirar, si decides quedarte en la gran ciudad, es a entrar en un despacho de becaria, echando mil horas, cobrando lo justo para cubrir los gastos de vivir fuera y haciendo trabajos de pacotilla. Es entonces cuando tomas la difícil decisión de volver a casa con tus padres, tienes que “agachar las orejillas” y volver a depender, en cierta medida, de ellos.

Para mi eso fue un fracaso, pues piensa que casi media vida había estado fuera de casa; seis años en la residencia de Santiago de la Espada y cuatro en Murcia, desde los 12 años, y a los 22 tuve que volver. Fue una decisión que me costó mucho tomar y que, en principio, creía un fracaso. Pasé un año en Marchena ayudando a mis padres en la aceituna, en la obra, cuidando a mis abuelos… entre tanto, me di cuenta de la realidad del municipio, de lo mucho que necesitaba de personas que ayudaran para que no se muriera: es entonces cuando mi fracaso lo convertí en un reto y decidí venirme a vivir a Santiago de la Espada para “remover” esto, para aportar mi pequeño granito de arena.

- ¿Qué crees tú que podría hacerse para invertir esa tendencia que nos amenaza con la despoblación?

- Aquí lo que faltan son oportunidades. El problema principal que creo que hay en este pueblo es un sentimiento de conformismo, de desilusión, de derrotismo... como si ya nos hubiéramos dado por vencidos. Es como si aquí no hubiera más que hacer: no vamos -parece que se dicen muchos- a luchar, vamos a pasar nuestros últimos años de vida como bien podamos y a nuestros hijos, vamos a mandarlos fuera. Ese es el sentimiento que reina aquí, por lo que en vez de buscar las oportunidades nos quedamos quejándonos de la falta de las mismas.

Luego, también es verdad, hay mucha dependencia de las administraciones, total y absoluta: la poca gente de mi edad que se queda aquí aspira a poco. Aquí somos mucho de decir "Aquí podría hacerse esto... allí, lo otro". ¿Pero quién lo hace? Falta iniciativa.

Y una cosa que creo fundamental: aquí cada cual va a lo suyo y a conseguir resultados a corto plazo y esto es algo que debemos cambiar: hay que empezar a tener visión más amplia, tendríamos que entender todos la gran importancia del bien común del pueblo y que, lo que al momento no parece dar fruto, se verá el fruto con el tiempo si lo hacemos bien. La feria, por ejemplo, no ha beneficiado directamente a ningún pastor, pero hay que pensar a medio/largo plazo: estamos poniendo en valor su oficio, estamos logrando que la gente conozca el pastoreo, que gente de fuera venga al pueblo, que pruebe y se dé a conocer nuestro cordero... Estamos consiguiendo mucho: pues con pequeñas cosas como esta feria podemos lograr que, a largo plazo, la ganadería ocupe el lugar que le corresponde y sea una actividad rentable por sí sola, sin tener que depender de ayudas de las Administraciones que, en el mejor de los casos, llegan tarde.

Además, a corto plazo, se han beneficiado los bares y si han dado un buen servicio habrán logrado buenas referencias para otra vez, por lo que el resultado a medio/largo plazo será aún mejor.

El caso es que hay que ir más allá del inmediatismo y enfatizar en el bien común. Tenemos que buscar la forma de ser autosuficientes. Mi abuelo Lorenzo me dice siempre que: "No hay cosa más grande en esta vida que saber valerse por sí mismo". Eso es algo que siempre tengo presente e intento aplicar en mi día a día, pero que aquí, en general, brilla por su ausencia, pues hay mucha dependencia, sobre todo -como he dicho- de la Administración. Si todos hubieran tenido un abuelo como mi Lorenzo otro gallo cantaría.

En este sentido, la Unión de Empresarios nace con este firme propósito; el de aunar fuerzas para, dejando a un lado los intereses individuales, luchar por el bien común. El propio símbolo de la misma representa este mensaje, es creación de nuestro presidente, Gustavo Jiménez, y simboliza, según sus propias palabras, “tener los pies enraizados en nuestra tierra y nuestras manos abiertas al mundo, mientras florece el corazón”.


 
A Miriam le han dicho muchas veces que es una idealista; hasta su madre, en tono cariñoso, la llama la “defensora de las causas perdidas”. Y es que Miriam se mete en todos los charcos por la sencilla razón de que sabe salir de ellos. Otro de sus frentes, como bien sabemos, es la reivindicación de Los Goldines, pues su familia era de allí, hasta que la Administración, en un abuso de poder, expropió y dispersó al vecindario de aquel núcleo rural. Sin embargo, aunque hemos hablado en esta sentada de Los Goldines, prefiero dejarlo, con su permiso, para otra ocasión, pues como Miriam dice: ella "no sólo lucha por lo pasado, sino también por el presente y para un futuro". 

La impresión que uno saca tras el vis a vis con Miriam es que, aunque le llamen "idealista", esta joven mujer tiene las ideas muy claras, está dotada de talento y tenacidad para sacar adelante los proyectos que idea, pergeñándolos con prudencia y disciplina. Y aunque no me lo dijera ella en la entrevista creo que el secreto de esa fuerza que emana de ella está en el amor y lealtad que tiene a su familia y a esta tierra de sus antepasados: sólo hay que escucharla hablar de sus padres, de sus abuelos, de Marchena, de Los Goldines. En ella hay una prístina honestidad que compagina con mucha fuerza e ilusión... Y esas virtudes son la combinación perfecta del liderazgo que se requiere para trabajar por el bien común. Agradecidos por el tiempo que ha compartido con nosotros, hablándonos de proyectos muy importantes para el futuro de Santiago-Pontones, le pedimos que "salga a la pizarra" (como otrora le pedirían en sus años de estudiante) y que ponga algo, lo primero que se le ocurra, con la tiza. Ni se lo piensa dos veces, ella tiene las ideas claras:

"SANTIAGO-PONTONES: "Aquí aún queda mucho por hacer".

Y con personas con la ilusión que irradia Miriam haremos bien en creer que se hará todo lo que se pueda para que Santiago-Pontones levante cabeza, pero -eso sí- debiéramos ayudar todos a ello. Todos, naturales y residentes aquí, tendríamos que arrimar el hombro para que remita la tendencia de la despoblación, aportar cuanto podamos para que esta comarca tan genuina que parece adormecida se levante y logre un porvenir más próspero... Hacer cuanto podamos para que este gigante -como gustan decir los amigos de ZURRIBULLE- despierte.

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