San Roque (imagen en la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol de Santiago de la Espada) |
EL JURAMENTO Y VOTO* DE SANTIAGO DE LA ESPADA A SAN SEBASTIÁN Y SAN ROQUE, SUS SANTOS PATRONOS
Manuel Fernández Espinosa
*Voto: en el vocabulario, la palabra "voto" tiene varias acepciones. Cuando se habla de "voto" en un contexto religioso, hay que entender "Promesa hecha a Dios, a la Virgen o a un Santo" y éste es su significado en el título y resto del artículo.
En el año 1727, reinando en España por segunda vez Felipe V y rigiendo la Iglesia Católica, Apostólica y Romana el Papa Benedicto XIV, la ciudad de Cartagena sufrió un rebrote epidémico. Unos años antes, en 1724, el rey Felipe V de España había abdicado en su hijo Luis I pero, tras unos meses del efímero reinado de Luis, Felipe V de España se vio obligado a ceñirse la corona otra vez, tras quedar el trono vacante por la prematura muerte de Luis I: el segundo reinado de Felipe V duraría hasta el año de su fallecimiento, el de 1746. Era el siglo XVIII, la época en que los hombres distinguidos solían tomar tabaco en polvo, aspirándolo por la nariz: el llamado rapé. Se cuenta cierta anécdota del Papa Benedicto XIV que da una idea del buen humor de este papa dieciochesco. En cierta ocasión, el Papa Lambertini (era el apellido de nacimiento de Benedicto XIV) ofreció rapé a un personaje que tenía audiencia con el Santo Padre. El invitado del Papa tenía que ser un tanto puritano y rehusó el ofrecimiento del Santo Padre, diciendo displicente: "No tengo ese vicio", a lo que el Papa Lambertini respondió con donaire: "Si fuese vicio, también tendrías éste". En ese mismo año 1727 había fallecido, en marzo, Isaac Newton. Pues bien, así estaba España, así Roma y así Europa.
En Santiago de la Espada todas esas cosas importarían poco, mientras los lugareños se afanaban en su lucha diaria por allegar el pan y sobrevivir contra todas las adversidades. Y entre las muchas vicisitudes y contrariedades que enfrentaban los serranos, la peor de todas era la invisible enfermedad que, tantas veces, acarrea la tajante muerte. Muy próximas tuvieron que sentirlas, cuando el día 7 de diciembre de 1727 la mayoría del vecindario se congrega y decide hacer juramento solemne de tomar por abogados defensores "contra la peste y otros accidentes" a San Sebastián y San Roque (para ampliar información sobre las vidas de San Sebastián y San Roque, el lector puede enlazar pinchando sobre los nombres subrayados.) El documento original se guardaba en el Ayuntamiento, pero -como muchos sabemos- un gran número de documentos municipales sufrieron la pérdida irreparable. No obstante, hemos logrado -en una nota al margen- el testimonio de este acontecimiento que tuvo lugar en Santiago de la Espada. Dice así:
"El día 7 de Diciembre de este año de 1727 -Congregados en la Iglesia a toque de campana el estado eclesiástico, ayuntamiento con la mayor parte de los vecinos de esta villa de Santiago, juraron y votaron por abogados de la peste y otros accidentes semejantes a los gloriosos Santos San Sebastián y San Roque. Con obligación de guardarles y hacerles sus fiestas. Se hizo instrumento que para en el archivo de dicho ayuntamiento".
[La transcripción que he hecho de esta nota consta en el Libro IV de Bautismos, folio 59 vuelto, al margen de la partida 97. He interpretado las muchas abreviaturas y actualizado la grafía para su mejor intelección]
Dado que no contamos con más datos hasta ahora, intentaremos interpretar esta breve nota que transcribimos con los datos que están a nuestro alcance.
En 1727 la ciudad de Cartagena, como decía más arriba, había padecido un repunte epidémico que, conforme al criterio de los facultativos de la época, presentaba la misma sintomatología que la epidemia que se había registrado allí mismo en el año 1637. Este mal mortífero fue descrito como "epidemia de tercianas malignas y contagiosas": así consta en la "Relación de las epidemias, que han afligido a la ciudad de Cartagena..." de Martín Rodon y Bell, publicado en 1778. A Santiago de la Espada tuvo que llegar la noticia o, algo peor, el contagio y el séquito de aflicciones y luto que la enfermedad trae consigo. Pero, no obstante, repetimos que, por lo escueto de la nota que nos ha llegado, ignoramos si fueron las tercianas cartageneras o si bien pudo ser cualquier otra enfermedad contagiosa, dígase por caso la viruela que -durante el siglo XVIII- hacía estragos en toda Europa; los mismos santiagueños que se congregaron parece que titubean sobre la naturaleza del mal que los atenaza, cuando el amanuense escribe: "abogados de la peste y otros accidentes semejantes". Lo que sí parece fuera de discusión es que podemos suponer que los vecinos de Santiago de la Espada habían sentido la amenaza de la infestación bien por noticias de otros pueblos afectados o bien por sufrirla parte del vecindario.
Que se escogiera el patronazgo de San Sebastián y San Roque conjuntamente no es nada extraño, ambos santos son universales patronos contra la peste. De ahí que sean muchísimas las localidades de la actual provincia de Jaén, Andalucía y España que tienen el doble patronazgo de San Sebastián y San Roque como especiales amparadores contra la peste -que en aquellas épocas era decir lo mismo que enfermedad contagiosa, fuese catarro, la viruela, el tifus o, en el siglo XIX, el cólera-morbo. En la misma provincia de Jaén: Higuera de Calatrava y Santiago de Calatrava tuvieron una especial devoción a San Sebastián y San Roque y es difícil encontrar una localidad de nuestra provincia que, aunque no los tuviera como patronos, no contara con una ermita dedicada a San Sebastián y a San Roque. El caso de Siles, tan próximo a Santiago de la Espada, es elocuente: San Roque es su indiscutible patrón a través de los siglos y algo de las tradiciones de Siles sí que tuvieron que trasladarse a Santiago de la Espada: en Siles se ofrece todavía en nuestros días una calderada a los vecinos por la fiesta de San Roque y, en Santiago de la Espada, era tradición que el Ayuntamiento repartiera entre los vecinos la llamada "Caridad": la "Caridad" consistía en unas tortas de bizcocho con una cruz que se troceaban y distribuían a lomos de un borrico por las casas del vecindario.
Las ermitas dedicadas a San Sebastián y a San Roque se erigían por costumbre a las entradas de las poblaciones, de esa guisa, a manera de santos protectores, venían a amparar al vecindario de las enfermedades contagiosas que podían portar y traer a los pueblos los transeúntes y viajeros. Sobre la ubicación de la ermita de San Roque, consta en el Diccionario de Pascual Madoz (mediados del siglo XIX) que la de San Roque estaba "intramuros"; pero es éste un punto que queda por dilucidar, dado que existen distintos pareceres (puede verse en este enlace, un resumen).
Nos complacerá próximamente abordar el asunto del emplazamiento de la ermita (o ermitas, pues no descartemos que pudieran ser dos, una consagrada a un santo y otra al otro), lo que sí nos ha parecido oportuno por hoy es ofrecer la noticia de este documento que deja asentada la fecha de la tradición de los Santos Patronos, pues como muy bien apunta nuestro amigo D. Ramón Marcos López Palomares, los Santos Patronos de Santiago de la Espada son San Sebastián y San Roque y no, como puede parecer a simple vista, el Apóstol Santiago el Mayor que es, eso sí, titular de la Iglesia Parroquial.
Como tantas veces, es de justicia agradecer el interés y colaboración que siempre encuentro en los párrocos de Santiago-Pontones D. Antonio Lozano y D. David Martínez, para mis escarceos históricos.
San Sebastián (talla hoy en la iglesia de Santiago Apóstol de Santiago de la Espada) |