Portada de la Primera Parte de La Galatea, de D. Miguel de Cervantes |
Manuel Fernández
Profesor de Religión y Moral Católica del IES Villa de Santiago
En la publicación impresa SEMANA SANTA 2016 (nº 2,
Santiago-Pontones), el historiador local José Rodríguez Córdoba publicaba un
artículo titulado "Retazos de historia en Santiago de la Espada".
Entre las noticias y anécdotas que divulgaba, extraídas del importante depósito
de los Archivos Parroquiales, el Señor Rodríguez Córdoba señalaba que:
"Otro dato, digno de resaltar en este artículo es el
que nos refiere la visita que, en 1604,
realiza el obispo de Cartagena (Murcia) a Santiago, siendo recibido "con
palio" y, "entrando en la iglesia, visita al Santísimo Sacramento del
Altar, diciendo un responso por los difuntos al ceremonial nuevo Romano".
Interesados por este dato y por la historia de Santiago de
la Espada, hemos indagado sobre la personalidad de este eminente visitante,
para conocerlo un poco mejor; y hemos identificado algunas estampas de la vida y figura histórica de este
Obispo de Cartagena que pasó por Santiago de la Espada.
La silla episcopal de Cartagena, por el año 1604, la ocupaba
Alonso de Coloma y Juzarte de Melo.
Era D. Alonso hijo de Juan Coloma y Cardona, I Conde de
Elda, y de su tercera esposa Isabel de Sáa y Coloma. El padre de D. Alonso fue
noble que sobresalió en las armas (fue visorrey y capitán general por Su
Majestad el Rey de España en el reino de Cerdeña; aquellos servicios le
granjearían el título de Conde de Elda; fue alcaide del Castillo de Alicante
también), pero -como muchos hombres de su época- también fue muy inclinado a la
poesía y la literatura, siendo uno de los poetas que merecerían los elogios de
Miguel de Cervantes en "La Galatea", donde Cervantes escribe de él
así:
"Oh tú, don Juan Coloma, en cuyo seno
tanta gracia del cielo se ha encerrado,
que a la envidia pusiste en duro freno
y en la fama mil lenguas has criado,
con el que del gentil Tajo al fértil Reno
tu nombre y tu valor va levantado!
Tú, conde de Elda, en todo tan dichoso,
haces el Turia más qu'el Po famoso"
tanta gracia del cielo se ha encerrado,
que a la envidia pusiste en duro freno
y en la fama mil lenguas has criado,
con el que del gentil Tajo al fértil Reno
tu nombre y tu valor va levantado!
Tú, conde de Elda, en todo tan dichoso,
haces el Turia más qu'el Po famoso"
Digamos que no sabemos si con el nombre de río
"Reno" Cervantes se refiere al famoso río Rhin -en italiano llamado
"Reno" o al hidrónimo "Reno" que es otro río distinto que
discurre por Italia, dado que ambos tienen la misma etimología.
También recibió Juan Coloma los elogios de Luis Zapata, Gregorio
Hernández de Velasco y Hernando de Hozes. Juan Coloma había compuesto en
tercetos la "Decada de la passion de Nuestro Redemtor Jesu Christo" y
en octavas escribió también el "Cántico de su gloriosa resurrección"
(que se dieron a la estampa en Cagliari, Cerdeña, allá por el año 1576). También
se encuentran poesías de Juan Coloma en el "Cancionero de Nájera"
(año 1554)
El Obispo Alonso de Coloma había nacido el año 1556 y, como
era frecuente en la época, su cuna era de abolengo como llevamos dicho: hijo de
este ilustre Conde de Elda que se honró en las armas y las letras. Por los
"Anales del Reyno de Valencia" que escribió el Padre Fray Francisco
Diago (1562-1615), fraile maestro de la Orden de Predicadores de Santo Domingo
de Guzmán y Cronista de la Corona de Aragón, sabemos que D.
Alfonso tuvo más hermanos: su padre casó tres veces y hubo catorce hijos: siete
hijas y siete varones. La madre de nuestro Obispo fue la última de las esposas
del Conde de Elda, Isabel de Sáa, la cual había sido dama de la Corte portuguesa. El
hermano primogénito de D. Alonso se llamaba D. Antonio y, siguiendo el uso
consuetudinario, heredó el título condal, aunque más tarde vemos que el conde
es Luis; otro de los hermanos del obispo fue D. Francisco, general de la
carrera y galeras de Indias y, por último, cabe mencionar a su otro hermano, D.
Carlos que fue maestre de campo en Flandes, además de historiador de las hazañas
de los Tercios españoles en tierras flamencas, más tarde éste ocupó el cargo de
castellano (responsable del Castillo) de Perpiñán y llegó a ser Virrey de
Mallorca.
A D. Alonso de Coloma lo podemos encontrar mencionado con su
segundo apellido "De Sáa" o con el de "Juzarte de Melo",
ambos de estirpe portuguesa; era costumbre en la época adoptar el apellido que
más conviniese al que lo portaba y el de "Juzarte de Melo" era el apellido
de su abuelo materno. Sabemos que D. Alonso había estudiado en la Universidad de
Salamanca, siendo colegial en el Colegio Mayor de Cuenca. Como decía Eduardo
Aunós, en aquellos siglos XVI y XVII: “…Salamanca, más que una ciudad de
palacios, es una ciudad de colegios, alma mater de los espíritus y las
inteligencias” (“Estampas de ciudades”, Eduardo Aunós). Los estudiantes de
aquel tiempo vivían en Colegios Mayores o Menores y, entre los Colegios
Mayores, destacaba en Salamanca el Colegio Mayor de San Bartolomé, siendo el
Colegio Mayor de Cuenca -como el de Oviedo y el del Arzobispo- centros de
notables, pero en segundo plano, a la zaga del de San Bartolomé cuyos
residentes, vástagos de la flor y nata de la aristocracia española, eran
popularmente llamados los "bartolémicos”. D. Alonso, como hijo de un conde
recientemente ennoblecido, podía estudiar en un Colegio -como el de Cuenca-
digno de su capa social, pero no podía tampoco aspirar a codearse con los
"bartolémicos".
Alonso de Coloma, mientras estuvo al frente del Obispado de Barcelona
(del año 1599 a 1604), se ocupó de hacer valer la reforma de costumbres que
había traído consigo el Concilio de Trento en el ámbito católico. Por eso, nada
más llegar a Barcelona ordenó celebrar, en el año 1600, el primer Sínodo bajo
su episcopado y, entre sus muchas disposiciones, quedó instituida la festividad
de San Paciano de Barcelona (obispo barcelonés que vivió entre los años 310 y
391 y uno de los Padres de la Iglesia), por lo que gracias a D. Alonso de Coloma se celebra
y guarda esta fiesta en Barcelona: "Y así se hace desde entonces acá en
nueve de Marzo, que fue el día de la muerte del varón de Dios [San Paciano]"
-nos declara la "Historia De Los Victoriosissimos Antigvos Condes de
Barcelona...", del más arriba referido Fray Francisco Diago, éste aprovecha en sus obras para alabar al Obispo
Coloma, al cual conoció personalmente y del que destaca sus rasgos de humanidad por ser
generoso con todos cuantos se allegaban a él, necesitados de favores y mercedes.
Una vez al frente de la Diócesis de Cartagena, D. Alonso
Coloma se esforzó por impulsar la reforma de los franciscanos descalzos, dando
licencia para fundar conventos en Cartagena, Tobarra y Lorca: el convento de
Cartagena se fundó, pero la oposición de los franciscanos observantes (hostiles
a sus hermanos “descalzos”) impidió que se erigieran los conventos de Tobarra y
Lorca. Es, precisamente, en el mismo año en que el obispo Coloma visita
Santiago de la Espada (recordemos: el de 1604) cuando el Obispo Coloma ampara y
alienta a los franciscanos descalzos a levantar sus conventos. Esto indica un
especial celo por parte de nuestro Obispo, interesado en reformar la vida religiosa y poner
a la vanguardia de la evangelización a las comunidades religiosas más íntegras
que sirvieran de edificante ejemplo para los cristianos; digamos para aclarar al lector que los franciscanos
descalzos constituyeron una corriente interna dentro de la familia franciscana
que buscaba, como en otras órdenes religiosas estaba sucediendo -la carmelita, por ejemplo, con
Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz-, una mayor coherencia de vida
religiosa en las comunidades que vivían más relajadas y corrompidas.
No sabemos si el obispo Coloma pasó por Santiago de la
Espada con alguna idea de instalar conventos de descalzos (franciscanos o
carmelitas) por estas tierras, adyacentes a su diócesis, o si vino a dirimir
algún conflicto de jurisdicciones diocesanas, pleitos muy propios de la época:
queda por averiguar muchas cosas de este episodio de nuestra historia local. Aunque
quedan muchas cuestiones pendientes de ser investigadas, esperamos haber
ofrecido una aproximación a la personalidad histórica de uno de los más
ilustres visitantes que ha tenido Santiago de la Espada.
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