viernes, 13 de mayo de 2016

EL RESCATE DE MIGUEL DE CERVANTES






Y LOS PADRES TRINITARIOS DE JAÉN EN LA VIDA DE CERVANTES


Manuel Fernández Espinosa


En el presente año 2016 se celebra el IV Aniversario de la muerte de D. Miguel de Cervantes Saavedra. Las relaciones de Cervantes con Jaén no son pocas: sabemos que anduvo por los caminos de nuestra provincia y hasta hay localidades en las que se sabe por las que pasó, cobrando impuestos, como por ejemplo Lopera. Tampoco es de extrañar que visitara el Santuario de la Virgen de la Cabeza, en Sierra Morena, de cuya romería da cuenta en su novela, menos conocida que el "Quijote", titulada "Los trabajos de Persiles y Sigismunda"; en esta misma novela también habla de la reliquia del Santo Rostro que se adora en la S. I. Catedral de Jaén capital.
 
Un tema que está estudiado, pero que se conoce menos es que fueron dos padres trinitarios (uno de ellos era del Reino de Jaén) los que hicieron el gran servicio de rescatar a Cervantes de su prisión en Argel. Como todo el mundo sabe, cuando Cervantes regresaba de Nápoles a España, en la galera SOL, unos piratas berberiscos tomaron al abordaje -el 26 e septiembre de 1575- esta embarcación en la que iban como pasajeros Miguel y su hermano Rodrigo y, aprisionándolos, los redujeron a la esclavitud. Cuando le hallaron ciertas cartas de personalidades destacadas, sus captores entendieron que Cervantes era un personaje más importante de lo que en ese momento lo era y pidieron un rescate a cambio de su libertad.  En 500 ducados de oro se cifró el precio para devolverle la libertad a Cervantes.
 
Fue entonces cuando intervino la orden religiosa de los Trinitarios, que son custodios -entre otros enclaves de arraigada devoción mariana- del Santuario de la Virgen de la Cabeza y del de Nuestra Señora de la Fuensanta de las Cuatro Villas (Villanueva del Arzobispo, Villacarrillo, Iznatoraf y Sorihuela de Guadalimar).
 
 
La Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos (Ordinis Sanctae Trinitatis et Captivorum) fue suscitada por Dios en Francia, por medio de San Juan de Mata (1154-1213) y San Félix de Valois (que falleció el año 1212) que, advertidos de la situación que se producía en España, instituyeron esta Orden religiosa para rescatar a los cristianos que en España eran secuestrados por los musulmanes que todavía ocupaban parte de España. La orden fue aprobada por Su Santidad Inocencio III en 1198 y el Rey Fernando III el Santo le concedió muchas prerrogativas en las tierras recién reconquistadas de las Andalucías. Nada más reconquistada Andújar llegaron los Trinitarios a ella. Los colores que constituyen su Cruz distintiva son muy simbólicos: la Cruz por la que se distingue a los Trinitarios está sobre fondo blanco (que representa la pureza de Dios Padre), el brazo vertical es rojo (por el sacrificio de Dios Hijo) y el brazo horizontal es azul (que recuerda la constante asistencia de Dios Espíritu Santo) Aunque los Reyes Católicos concluyeron la Reconquista con la toma de Granada en 1492, los Padres Trinitarios todavía continuaron rindiendo servicios a la cristiandad, dada la amenaza de los piratas del norte de África que siguieron hostigando las costas españolas con sus incursiones; en estos ataques no pocas veces resultaban secuestrados los cristianos que, llevados a tierra de mahometanos, eran allí vendidos como esclavos. Fue el caso de Miguel de Cervantes.
 
La familia de Cervantes en España, conocedora de la suerte de Miguel y su hermano Rodrigo, no tenía tanto dinero como para pagar el rescate impuesto por los piratas. En un primer momento pudieron allegar dinero con el que rescatar a Rodrigo, pero Miguel seguía todavía prisionero y esclavo de un griego convertido al islam que lo había comprado en Argel y estaba pronto para partirse a Estambul (antigua Constantinopla). Sin embargo, los Padres Trinitarios intervinieron providencialmente pagando los 500 ducados de oro que pedían sus raptores por Cervantes.
 
Los encargados de hacer este gran servicio a la cultura española y universal fueron Fray Antonio de la Bella, Padre Maestro el Convento de Trinitarios de Baeza, y el Padre Fray Juan Gil.
 
Fray Juan Gil había nacido el 25 de noviembre de 1535 en Arévalo y tomó los hábitos en su misma ciudad natal. Estudió en Valladolid y en Salamanca y en 1571 fue nombrado Secretario Provincial de Castilla y en 1578 era Procurador General de España. En 1579 había estado en América, recaudando fondos para rescatar cautivos. En 1580, acompañado por Fray Antonio de la Bella, viajó hasta Argel para comprar la libertad de 186 cautivos, entre ellos Cervantes. Falleció el Padre Gil en Arévalo corriendo el año 1604.
 
Fray Antonio de la Bella nació en Baeza y allí era el Padre Maestro del Convento de Trinitarios. Ambos Padres Trinitarios llegaron a Argel, pero Hassan -el "dueño" de Cervantes- dobló la cantidad de ducados montando 1.000. Más tarde rebajó la cifra por presiones de las circunstancias, no por entrar en razón. El 19 de septiembre de 1580, después de empeñarse el Padre Juan Gil, pidiendo prestado para sumar la cantidad exigida, los trinitarios lograron el rescate de Cervantes.
 
Así fue como dos frailes, uno de Ávila y otro de Baeza, rescataron al que sería el autor de la novela más leída del mundo entero: "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha". Miguel de Cervantes, agradecido por aquel favor, siempre recordó con gratitud su redención por los esfuerzos de los Padres Trinitarios y en no pocas de sus obras mencionará las desventuras de los cautivos en Argel y la gran labor que efectuaron los Trinitarios en salvar a cuantos cristianos pudieron, a veces canjeándose a sí mismos para liberar a otros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario