Tuareg actual, con el rostro tapado como los almorávides lo solían llevar |
UNO DE LOS SABIOS DE AL ANDALUS NACIÓ EN TIERRAS DE SANTIAGO DE LA ESPADA
Manuel Fernández Espinosa
El 30 de julio del año 1086 el emir almorávide Yusuf Ben Tasufin (1019-1106) desembarca con sus aguerridos almorávides en Algeciras. La presión que ejercían los reinos cristianos sobre las taifas musulmanas impulsó al reyezuelo de Sevilla, Al Mutamid, rogar la intervención de los almorávides africanos, tras la reconquista cristiana de Toledo (el 25 de mayo de 1085) a manos de Alfonso VI (1040-1109.)
Los almorávides eran el resultado de la unión de algunas tribus nómadas del desierto que preconizaban el rigorismo islámico y la guerra santa, constituyendo una suerte de monjes-soldados musulmanes que incluso se vinculaban entre sí en las "rábitas" (fortalezas-monasterios). El término "almorávide" es la castellanización del arabismo "al-Murabitun" (que viene a significar los que se atan para combatir), pero también fueron denominados por sus correligionarios musulmanes andalusíes bajo el nombre de "al-mulathimun" (los del rostro velado, cubierto hasta los ojos -por la costumbre que adoptaron y que, todavía hoy, sigue vigente entre los tuaregs del desierto.)
La beligerancia de los almorávides los precedía y los musulmanes andalusíes, reblandecidos y apenas con resuello para plantar cara a las huestes cristianas que avanzaban imparables, los reclamaron para que vinieran a la Península Ibérica y, así, con su presunta bravura que los almorávides pusieran freno a la reconquista cristiana.
El 4 de diciembre de 1072 (año 465 de la Hégira) nació Abu Abd Allah Ben Abil Jisal, un musulmán andalusí. Ben Abil Jisal abrió los ojos ese día en la antigua Furgalit; este topónimo arabizado se corresponde con lo que en la actualidad es la aldea de Las Gorgollitas (que, como es sabido, se ubica en el término municipal de Santiago de la Espada.)
Abu Abd Allah Ben Abil Jisal, conocido también como "Al Ashagurí" (el Segureño), mostró precozmente un inusitado interés intelectual por lo que marchó a estudiar a Jaén (entonces llamada Yayyan); allí parece que estudió bajo la guía -entre otros eximios maestros- del cadí (juez musulmán) Abu l'Hassan Ben malik al-Ya'miri, natural de Úbeda. Más tarde, Ben Abil Jisal pasaría a Córdoba que, por aquel entonces, todavía era centro capital de al Andalus, donde desarrollaría su actividad como "katib" (secretario); a la vez compaginaba su secretariado con la labor docente que ejercía en su mismo domicilio. Fue un hombre muy instruido, el último sabio de al Andalus afirman algunos autores musulmanes de su época; y no sólo destacó en jurisprudencia islámica, sino también en otras ramas del saber. Cabe el mérito de haberlo descubierto a la profesora Aishah Mubarak, de la Universidad de Kuwait: Mubarak ha sido la que ha estudiado más a fondo la producción literaria de Ben Abil Jisal que, prácticamente, se encuentra toda ella inédita: la conforman cartas manuscritas, así como fragmentos de poemas que se han conservado en obras de otros autores musulmanes posteriores. La investigadora ha localizado las obras de Ben Abil Jisal en la Biblioteca General de Rabat y en la Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Ben Abil Jisal llegó a ser secretario del mismo emir almorávide, el más arriba mencionado Yusuf Ben Tasufin, pero el mismo Ben Abil Jisal se convierte en un testimonio de las diferencias insuperables entre los musulmanes de la Península Ibérica y los almorávides africanos. Tras la derrota infligida por Alfonso I el Batallador, rey de Aragón, a los almorávides en Cullera (cerca de Alcira), corriendo el año 1129, nuestro insigne segureño andalusí redacta una carta extremadamente dura contra los almorávides, donde los insulta de este modo:
"Hijos de mala madre, huís como los asnos salvajes (...) Ha llegado la hora en que os vamos a dar largo castigo, la hora en que ningún velo seguirá tapándoos la cara, en que os echaremos a vuestro Sáhara y en el que lavaremos al Andalus de vuestra inmundicia".
Nótese que Ben Abil Jisal alude a la costumbre almorávide de velarse el rostro, cuando dice "ningún velo seguirá tapándoos la cara".
Esta acerba carta contra los almorávides africanos le valió al andalusí, como no podía ser menos, la destitución de su cargo, pero a la vez pone de manifiesto que los musulmanes peninsulares no hacían buenas migas con los musulmanes africanos; los andalusíes eran mucho más cultos y tolerantes, mientras que las oleadas venidas de África (lo mismo almorávides como, más tarde, almohades) eran mucho más intolerantes, así como también mostraron un afán de rapiña desmesurado. Esta tensión entre musulmanes peninsulares y africanos fue una constante desde los primeros tiempos de la invasión y ocupación de España (año 711) que, por ejemplo, tiene un ilustrísimo predecente en Omar Ben Hafsún (musulmán de origen hispano-godo que lideró la rebelión contra el Emirato Omeya de Córdoba en fecha tan temprana como el año 918 y que, para postre, terminó apostatando de la fe coránica y bautizándose cristiano.)
Ben Abil Jisal también cultivó con finura la poesía: los pocos versos que hemos encontrado pertenecen a su obra "La antorcha de la literatura" y dicen así:
Contempla el fuego que parece una danzarina
Que agita las angas de su túnica en la emoción del baile
Y que ríe orgullosamente del ébano del que procede
Al ver transformada su esencia en oro.
Que agita las angas de su túnica en la emoción del baile
Y que ríe orgullosamente del ébano del que procede
Al ver transformada su esencia en oro.
La abierta oposición del segureño Ben Abil Jisal a los almorávides le costó la vida en la fitna (guerra intestina entre musulmanes) el sábado 28 de mayo de 1146. Lo mataron en Córdoba y sus asesinos fueron los bereberes Masmuda.
BIBLIOGRAFÍA:
Muchas gracias por estos artículos tan interesantes. Este me ha gustado especialmente porque hace un par de años que aprendo árabe, y me ha hecho ilusión leer sobre un andalusí del pueblo de mi madre :)
ResponderEliminarSaludos desde Berlín.
Eva