Luis Bello |
EN EL "VIAJE POR LAS ESCUELAS DE ESPAÑA" DE LUIS BELLO
Manuel Fernández Espinosa
Casi cien años han pasado desde que Luis Bello visitara
Santiago de la Espada. Su visita se plasmó en uno de los artículos que Bello
escribió sobre la realidad de la escolarización y alfabetización de la España
de su época. En el transcurso del tiempo la figura de este periodista y
político español se ha desdibujado, por lo que será oportuno ofrecer siquiera
un perfil biográfico de este comprometido y activo intelectual regeneracionista
y noventayochista, pues así ha sido clasificado: como un miembro de la
Generación del 98, aunque de esos que quedaron en un segundo plano (como
Ricardo Baroja, hermano de Pío, Manuel Bueno, Ciro Bayo, etcétera.)
PERFIL BIOGRÁFICO DE LUIS BELLO
D. Luis Bello Trompeta nació en Alba de Tormes el 6 de
diciembre de 1872. Se licenció en Leyes por la Universidad Central de Madrid y
fue pasante en el bufete de D. José Canalejas. Se aplicó pronto a la actividad
periodística, colaborando con la prensa de la época, como el HERALDO DE MADRID, o
siendo corresponsal en París para el periódico ESPAÑA. Fundó también dos revistas:
CRÍTICA y REVISTA DE LIBROS, ocupó la dirección de Los Lunes de EL IMPARCIAL y
también fue director, hasta que estallaron las disensiones políticas con el propietario del medio,
del periódico republicano LUZ. Su formación intelectual debe mucho a la Institución
Libre de Enseñanza y también sabemos que colaboró estrechamente con el filósofo
José Ortega y Gasset, siendo uno de los firmantes del manifiesto LIGA DE
EDUCACIÓN POLÍTICA que lanzó el filósofo español. En política fue un hombre liberal
de signo republicano, del partido Acción Republicana, siendo diputado a Cortes
de 1916 a 1917, de 1931 a 1933 por segunda vez y, por último, de 1933 a 1935. En
1934 fue detenido en Barcelona, bajo la acusación de complicidad con la Generalitat
contra el gobierno Lerroux. Murió el 6 de noviembre de 1935 en Madrid.
Luis Bello escribió algunos libros: "España durante la
Guerra" (sobre la Primera Guerra Mundial), "Ensayos e imaginaciones sobre
Madrid", "El tributo a París" y, el más importante tal vez, su
"Viaje por las Escuelas de España"; es en esta obra en donde abordó
la situación social y escolar de muchas regiones de España, ocupándose del caso
de Santiago de la Espada.
El tema que aborda es modesto (la escuela, el maestro y el
niño en aquella España), pero la motivación es manifiestamente regeneracionista,
a la manera de Joaquín Costa que había sintetizado la regeneración de España en
"Escuela y Despensa"; también está muy presente el espíritu
institucionista de Francisco Giner de los Ríos que encontramos en el mismo método de trabajo
del que se sirve Luis Bello para ofrecer su colección de artículos sobre el
tema: no se trata de especulaciones producidas en una biblioteca ni sus artículos son fruto de ningún
laboratorio de ideas: Luis Bello recorre los caminos de España realizando una
encuesta sobre el mismo terreno y, a la vez, expone la desalentadora realidad que
encuentra, denunciando los abusos del caciquismo y el analfabetismo endémico que padece
la mayoría de la población. Bello llegaba a los pueblos, se entrevistaba con
las "fuerzas vivas", visitaba las escuelas, hablaba con los maestros,
preguntaba a los alumnos, estudiaba la geografía y la historia local y ofrecía
un informe que quería concienciar a las elites gobernantes de la urgencia de
reformar el sistema de enseñanza. Cada caso que mereció su estudio fue expuesto
en artículos que se publicaron en el diario EL SOL durante el año 1922, pero
que con fecha posterior (año 1926) se vieron impresos en volumen.
El caso de Santiago de la Espada lo tratará concienzudamente
en el capítulo que titula "Santiago de la Espada. Informe público sobre
las causas de un famoso 92'8 por 100". El 92'8 % es el porcentaje de
analfabetismo que diagnosticó Luis Bello y que, junto al caso de Casarabonela
(Málaga) le parecieron los más graves de toda la geografía española, llegando a
calificarlos como "crestas del analfabetismo". En
su artículo "Noticia de Luis Bello (1872-1935) y de su libro 'Viaje por las
escuelas de España'" Josefina Rojo Ovies que ha profundizado en la gran
labor de este regeneracionista olvidado dice que "El viaje por Andalucía
[de Luis Bello] es lento y minucioso, visitando los lugares más
insignificantes..."
Cuando Luis Bello llega a Santiago de la Espada ha estado con anterioridad en Pontones, siguiendo su itinerario. En Pontones se había
encontrado con dos maestros de origen vasco: los guipuzcoanos Victoriano Aguado
y Virginia Alonso que eran matrimonio. Victoriano, además de maestro de escuela,
tenía fama de buen tirador con la escopeta, con lo que se había ganado el respeto de sus vecinos. En Pontón Bajo halló a Pedro Ávila del Moral,
maestro granadino con 16 años de servicio a sus espaldas. El secretario del
Ayuntamiento de Pontones le dijo a Luis Bello: "Aquí no necesitan saber
escribir más que mi hijo y el hijo del señor Alcalde", lo cual suena a
toda una cínica declaración de principios en la que se perpetuaba una
administración que miraba a su propia ventaja con total desprecio de la suerte del resto de la población.
Y eso sería, más o menos, lo que Bello se encontró en
Santiago de la Espada. Nos lo describe él mismo: "Yo quise abrir información
apenas me limpié el barro del camino, preguntando ante todo a los maestros;
pero el único que había acababa de salir con licencia". Las cifras de
analfabetismo eran abrumadoras. En 1920, de 8.282 habitantes en Santiago de la
Espada solo 590 sabían leer: diez de cien varones y cuatro de cada cien mujeres
sabían leer. Si la cifra es terrible, es de nota el analfabetismo femenino.
El estudio de Luis Bello no sólo registra la realidad, sino
que se pregunta por las razones de esta lacra del analfabetismo, atendiendo a las
circunstancias concretas de cada localidad que examinaba.
En el caso de Santiago de la Espada Luis Bello encuentra
cuatro claves para comprender esta situación. Sin ánimo de exhaustividad vamos
a ofrecer un breve comentario que resuma los argumentos con los que Luis Bello
explica (sin nunca justificarlo) esta situación de analfabetismo clamoroso:
1º CLAVE: GEOGRÁFICA
Cuando Bello pasa por Santiago el censo arroja unos 2.000
habitantes en la villa y más de 6.000 en otros núcleos del extenso término,
siendo los más poblados Miller (más de 400), Las Matas, Las Gorgollitas, La Toba
(con más de 200) y unos catorce o quince aldeas más -nos dice- venían a superar el centenar de
vecinos. La villa de Santiago no tenía luz eléctrica ni podía llevarla, por lo
tanto, a estos núcleos rurales dependientes de la villa. Tampoco había caminos cómodos que comunicaran
las aldeas con Santiago, dadas las distancias y accidentes del terreno. Había
dos médicos con residencia en Santiago y "cuando envían a avisarles con
urgencia en el tiempo de frío (...) el enfermo tiene lugar para curarse él solo
o para morirse. Y en este último caso se va al otro mundo sin los auxilios
espirituales, porque tampoco hay cura". Por aquellas fechas, el medio general de
vida es el pastoreo trashumante. En las cuevas de Engarbo se encuentra con
Casto, un labrador de aquel lugar, con sus cuatro hijos que, según Luis Bello: "podrían
ir en representación de Sierra Segura a una Fiesta de la Raza, eugenésica. No.
No tiene culpa la raza. La raza es fuerte, inteligente. Por lo menos a orilla
de este río no ha llegado a sufrir miseria fisiológica. País delicioso. Gente
buena, aunque nadie sepa leer". Los lugares donde sí encontró casos que
delataban una miseria que afectaba a la salud fueron Las Gorgollitas y El
Parralejo, en estos núcleos detectó bocio y también denuncia que la tuberculosis se cebaba con los habitantes
de aquellos lugares: "Viven esos serranos hacinados y revueltos en
habitaciones sin luz y sin aire (...) El desorden de la alimentación y su falta
de higiene les origina trastornos constantes".
A Santiago de la Espada... "Son causas humanas las que lo hacen inhabitable. Por
su extensión, por el número de pequeños poblados y por la distancia de ellos a
la ciudad (...) Baste ahora con saber que, de esa población dispersa, muchos
centenares de hombres y de muchachos en edad para salir al monte, son pastores.
Quiere decir que, por sí mismos, nunca podrán variar la condición de sus
aldeas".
2º CLAVE: HISTÓRICA
Bello apenas cuenta con fuentes bibliográficas que le
permitan un conocimiento histórico de Santiago de la Espada, pero las que tiene
a mano las aprovecha muy bien y extrae de ellas otra razón por la cual
Santiago de la Espada sufre el flagelo del analfabetismo y su consecuente atraso. Lo que destaca Bello
de la historia local de Santiago es la confusión de jurisdicciones que, a lo
largo de la historia, ha sufrido este pueblo debido a su emplazamiento:
distante de cualquier capital que pueda atenderlo como se merece. Las
distancias y la altura en la que se encarama lo hace casi inaccesible:
"Era villa del rey, por venir de la Orden de Santiago, pero pagaba décimas
al Priorato del convento de Uclés. En Cortes hablaba por ella Murcia. Dependió
para lo judicial de la cancillería de Granada y para lo eclesiástico del
obispado de Cartagena (...) Y cuando entró bajo un solo poder, fué éste el de
Jaén, a veintiuna leguas (...) Ya he dicho cómo atiende Jaén [defectuosamente] sus propias
instituciones de cultura. ¿Qué iba a hacer con Hornos, con Pontones y con
Santiago de la Espada?".
3º CLAVE: ECONÓMICA, EL RÉGIMEN DE PROPIEDAD
Uno de los problemas más graves que se daban en Santiago de
la Espada y otros pueblos de la Sierra era el provecho del bosque que,
prácticamente, tenía enfrentados al Cuerpo de Montes (celoso custodio de los
intereses del Estado) y a los lugareños que, ya para sobrevivir o bien
aprovechándose de las circunstancias actuaban fuera de la legalidad vigente: unos se exponían a las penas y otros, más vivos, se hacían ricos: bastaba audacia y chanchullos; esto suponía la deforestación y roturación de los terrenos del Estado que, más tarde, los más listos se apropiaban procurando titularlos
a nombre propio aprovechándose del vacío legal. A esa minoría de atrevidos
pudientes -en palabras de Bello: "Lo único que le interesa es asegurarse,
ganar todas las garantías, legitimarse (...) Cuando yo llegué a Santiago de la
Espada encontré gentes que me oían hablar de escuelas y de caminos; pero pronto
vi que les preocupaba otra cosa. Por fin, a última hora, me confiaron copia de
una instancia que elevaban al presidente del Consejo varios vecinos. ¿Qué
pedían? Lo sustancial: la legitimación. Ese era el problema de ellos, de los
propietarios a medias, con título vergonzante. El problema del pueblo, tal como
lo encontré, era de escuelas y de caminos". Salta a la vista aquí el
divorcio entre los intereses de la minoría dominadora y el interés del Bien
Común.
En este punto, Luis Bello se aparta de retóricas liberales y
va al fondo de la cuestión: "A las Cortes de Cádiz se debe el primer
desorden y la más desatada confusión. Aplicaron revolucionariamente, con buen
deseo, el criterio de libertad y derogaron las leyes y ordenanzas relativas a
montes particulares (...) Partiendo de este error fundamental, la Revolución, como
podrá suponerse, no favoreció al pueblo. Con la ley y con la francesada,
quienes se aprovecharon fueron unos cuantos audaces, que no sólo cortaron sus
montes, sino los marginales. Del río revuelto salieron propietarios nuevos, y
sufrieron aquellos bosques una formidable embestida."
4º CLAVE: AISLAMIENTO E INCOMUNICACIÓN
Bello también considera la inaccesibilidad y la falta de
comunicaciones para explicarse el aislamiento que sufre Santiago. Pero no todo
se puede atribuir a la dificultad natural de abrir vías que faciliten el acceso a estas
cumbres. La indiferencia de las administraciones, lo mismo la provincial que la
del gobierno central, abandonan a su suerte a esta bella sierra, donde habitaban
gentes buenas, pero atrasadas y como al margen de la civilización. "No han
sabido reunirse para montar una fábrica de electricidad. No han hecho por su
cuenta un puente que sustituya al que no les quieren construir. No han intentado
convertir en caminos las veredas que llevan a todas sus aldeas y cortijadas
(...) Unos por egoístas y otros por mansos de espíritu, soportan una vida
inverosímil, aislados del mundo y demasiado pobres hasta los más ricos".
Para Luis Bello estaba claro que a casi nadie (ni a propios ni a extraños) parecía
importarle conectar Santiago de la Espada con otros núcleos de población, mayores o menores que el mismo Santiago de la Espada. En
ello no sólo había un olímpico desdén por lo que ocurriera en estas alturas, sino que también
había de por medio el interés más egoísta por parte de algunos naturales, la oligarquía local: "Santiago de la Espada, tan mansa,
se ha mantenido en régimen oligárquico independiente. Quiere decir que el encastillamiento
sirve a esta oligarquía para dominar a los de dentro. Aislarlos,
administrarlos, hacerlos trabajar... Mantenerlos en su santa
ignorancia...".
Fueron las constantes a la luz de la historia de Santiago de
la Espada: un pueblo alejado de los centros de poder que, durante el siglo XIX,
con el liberalismo sufre como nunca una leyes que no entiende (nadie podía
entender que tomar leña del bosque pudiera ser delito; pero por las leyes
liberales esa acción se había convertido en ilegal); una minoría de medradores -no de nobles, no de
clérigos-, sino una minoría de oligarcas hicieron sus respectivas fortunas talando
la Sierra, sirviéndose de roturadores subordinados que, tal y como nos los pinta Bello:
"Son más bien roedores de un queso que acaba por llevarse otro". A esta
oligarquía no le interesa que Santiago de la Espada estuviera comunicado ni
tampoco le importaba lo más mínimo elevar la cultura del pueblo, al que entendía
como una masa sometida a sus caprichos. Son las lacras del caciquismo: la expresión
más brutal del egoísmo de clase.
La solución que propone Luis Bello a esta situación es:
"Escuelas, caminos y otro régimen de la propiedad, fundado, no en las
autorizaciones -que deben resolverse de una vez en justicia-, sino en el
aprovechamiento comunal".
Nos parece que es de justicia reconocer el artículo que Luis
Bello dedicó a la situación de la enseñanza en Santiago de la Espada y su
vasto término municipal. Muy pocos se tomaron la molestia de conocer sobre el terreno las
necesidades de nuestros pueblos: era más fácil pontificar desde la tertulia de
una cafetería madrileña o desde la misma tribuna del Congreso de los Diputados,
como hoy resulta tan cómodo criticar por internet las más diversas situaciones
y no hacer mayor cosa por corregir lo que va mal. El artículo de Luis Bello
constituye todo un memorándum que levanta acta de las más urgentes necesidades
económicas, sociales y educacionales que tenía Santiago de la Espada en la
primera mitad del siglo XX.
Podríamos, cien años después, comparar la situación de aquel
Santiago de la Espada de otrora con el Santiago de la Espada de nuestro
presente. Podemos decir que se ha ganado terreno al atraso: escuelas,
institutos, mejores comunicaciones... Pero todavía quedan muchas cosas que
mejorar y, aunque se le haya vencido a la bestia del analfabetismo y aunque parezcan erradicadas
otras lacras de aquellas fechas, tenemos que tener en cuenta que siempre
-siempre- hay cosas que podemos optimizar.
Enhorabuena por recordarnos a L. Bello, muy buen artículo y gran reconocimiento a L. Bello,quien en aquella época fue capaz de denunciar la situación enla que malvivían los serranos, no solo de Santiago.
ResponderEliminarInteresante Manuel esta entrada, me asombra cómo Bello capta ya la incapacidad que tienen sus habitantes para unirse y crear o arreglar cosas juntos. Lo peor, que Bello no cuenta, es que si alguno intenta hacer algo y salirse del círculo... encima, por envidia e inmovilismo, lo destruyen.
ResponderEliminarQue melancólico suele ser escuchar de otras voces, no así de mi padre, estas memorias y reconocimientos de mi abuelo
ResponderEliminarQue melancólico suele ser escuchar de otras voces, no así de mi padre, estas memorias y reconocimientos de mi abuelo
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