Ayuntamiento de Santiago de la Espada |
SANTIAGO DE LA ESPADA EN EL DICCIONARIO MADOZ
Manuel Fernández Espinosa
Desde
1834 a 1850, D. Pascual Madoz Ibáñez (1806-1870) realizó una exhaustiva
información de todas las ciudades y núcleos de población de
España por provincias. La obra, titulada "Diccionario geográfico-estadístico-histórico
de España y sus posesiones de Ultramar" se compone de dieciséis
volúmenes y la información que en ellos podemos encontrar es valiosa para
aportarnos una idea de la realidad que vivían nuestros antepasados a
mediados del siglo XIX. ¿Qué nos dice de Santiago de la Espada?
Se nos describe en la entrada que el Diccionario Madoz dedica a Santiago de la Espada que fue éste antiguamente aldea de Segura de la Sierra, hasta que se le concedió el título de villazgo en 1691 y que "Según la opinión general se cree que sus primeros pobladores fueron pastores trashumantes de la serranía de Cuenca" que le nombraron El Hornillo con antelación a adoptar el nombre de Santiago de la Espada. El municipio pertenecía a mediados del siglo XIX a la provincia de Jaén, del partido judicial y vicaría eclesiástica de Segura de la Sierra, estando bajo la jurisdicción de la
audiencia territorial de Granada. "Situación en la falda meridional de
un gran cerro [...] combatido por los vientos del oeste y propenso a
pleuresías", no obstante se remarca la salubridad de sus aires aunque el clima es extremadamente frío. La vecindad se abastecía de las aguas de una fuente de cuatro caños.
El
caserío de Santiago lo formaban en aquel entonces cuatrocientas casas
pequeñas y por lo general de dos pisos, con dos plazas cuadrilongas,
calles buenas y muchas de ellas de piso llano, Casa Consistorial del Ayuntamiento,
cárcel, un pósito y una escuela de primeras letras que costeaban los
fondos municipales y atendía a unos ochenta niños. La iglesia parroquial
era la de Santiago Apóstol que la servía un cura párroco que no ponía
la Diócesis de Jaén en aquel tiempo, sino el Tribunal Especial de las
Órdenes religioso-militares, entre las que estaba la Orden de Santiago
que aquí había tenido una presencia histórica desde la Edad Media, como
en toda la Sierra de Segura. Había tres ermitas intramuros en Santiago
de la Espada: la de San Antonio de Padua, la de la Purísima Concepción y
la de San Roque.
Teniendo en cuenta que el dogma de la Purísima Concepción no se definió hasta la Bula Ineffabilis Deus (del 8 de diciembre de 1854) y que el Diccionario Madoz se terminó cuatro años antes de proclamarse el dogma y contando con el hecho de la existencia de una ermita dedicada a San Antonio de Padua, estos vestigios nos indican que muy probablemente, entre los siglos XVII-XVIII, frailes franciscanos pudieron pasar por Santiago de la Espada, dado que los franciscanos fueron los más acérrimos defensores del dogma de la Purísima Concepción de la Virgen María y habida cuenta de que el santo que titula una de las tres ermitas hornilleras es también franciscano:
San Antonio de Padua (también conocido como San Antonio de Lisboa por
nacer en la capital portuguesa allá por el año 1191); los franciscanos
no levantaron un convento en Santiago de la Espada, pero su labor
misionera los mantenía continuamente itinerantes, predicando por todo el
territorio. Es más que probable que la ermita de San Roque fuese la más
antigua de las tres, puesto que se invocaba la intercesión de San Roque
contra las epidemias, especialmente contra la peste y también tenemos
que tener en cuenta la proximidad de Siles, ciudad vecina que tributa
una especial devoción a San Roque.
Con las leyes de enterramientos de finales del siglo XVIII y principios del XIX, el cementerio había dejado de ser la planta de la iglesia parroquial, por lo que lo vemos situado ya extramuros, aunque no en el punto exacto donde hoy está, sino muy cerca de nuestro Instituto de Enseñanza Secundaria "Villa de Santiago": "extramuros aunque contiguo a la población se encuentra el cementerio" -nos dice el diccionario.
El
Diccionario Madoz también nos hace un elenco de las aldeas de Santiago,
tanto las hoy existentes como otras que, lamentablemente, son
despobladados en la actualidad: Miller, Marchena, Marchinica, Prado del
Muro, Cerezo, Hoya de Miguel Barba, etcétera.
Es
interesante advertir que el Diccionario Madoz se refiere a minas de
hierro, cobre, plomo y lignito que -así nos apunta- estaban sin
explotar, a buen seguro que por la falta de iniciativa y de
infraestructuras de comunicación para poder llevar los minerales
extraídos a puntos donde pudieran ser tratados industrialmente.
Se
nos pinta también el paisaje de pinos blancos, carrascas, robles,
fresnos y una ubérrima flora aromática y medicinal. Se cosechaba trigo,
cebada, centeno, patatas y maíz; pero el fuerte de la economía era la
ganadería, con rebaños de ovejas, cabras y vacas. La caza menor y mayor
también era un estilo de vida serrano, así como la pesca de truchas. Los
caminos estaban "en estado casi intransitable", no obstante el correo llegaba a Santiago los jueves de cada semana, traído por un valijero.
Existían en el término de Santiago varios molinos harineros y también batanes. La economía era prácticamente de subsistencia, puesto que el comercio se reducía a la lana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario