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Monumento de la Victoria en Jaén capital, fotografía: Manuel Fernández Espinosa |
SANTIAGO DE LA ESPADA, ¿CUARTEL DEL COMANDANTE GENERAL BIELSA?
Manuel Fernández Espinosa
¡Guerra! clamó ante el altar
el sacerdote con ira;
¡guerra! repitió la lira
con indómito cantar:
¡guerra! gritó al despertar
el pueblo que al mundo aterra;
y cuando en hispana tierra
pasos extraños se oyeron,
hasta las tumbas se abrieron
gritando: ¡Venganza y guerra!
De la "Oda al 2 de Mayo", del poeta jiennense
Bernardo López García
INTRODUCCIÓN
La victoria de las armas españolas en la famosa Batalla de Bailén (verano de 1808) supuso el primer y gran desastre terrestre de las que, hasta ese momento, parecían invencibles huestes de Napoleón Bonaparte. En la mar, los napoleónicos siempre tuvieron un gran problema con la poderosa armada británica, pero en tierra parecían invulnerables, incontenibles: se habían paseado por toda Europa, arrollando en su marcha a los ejércitos regulares. No contaban con que en España la cosa no sería tan fácil: a diferencia del resto de países europeos subyugados por Napoleón, los ejércitos españoles podían ser derrotados, pero tras el descalabro, los restos supervivientes de esas tropas diezmadas se recomponían, se reunían y volvían a dar batalla, formando guerrillas, en lo que fue una guerra sin cuartel al invasor napoleónico. La Guerra de la Independencia fue, a la vez que un conflicto contra el invasor, una revolución interna para España. España, desprovista de su Casa Real por los acontecimientos (recordemos que la corona y la familia real habían sido secuestradas "amigablemente" por Napoleón), realizó la experiencia de organizarse ante el vacío de poder en el trono, haciéndolo mediante las Juntas de Defensa, experimentando de esta manera -y por vez primera, traumáticamente, en su historia- un gobierno provisional impersonal (sin Rey) de larga duración.
Sin embargo, el triunfo español en Bailén no desalentó el espíritu de conquista del invasor. La Francia napoleónica era una potencia militar, sus ejércitos estaban curtidos en muchas batallas, bien organizados y pertrechados y gozaban del liderazgo de una voluntad férrea y política y militarmente brillante: la del "Emperador de los Franceses", el corso Napoleón Bonaparte. Napoleón no iba a amilanarse frente a lo que consideraba un pueblo atrasado y anárquico como para él lo era el español. Eso, a la larga, sería su ruina: Napoleón y sus generales invasores no sabían con quiénes se las estaban jugando; algo sí que barruntó José Bonaparte, el hermano de Napoleón que éste puso como rey en España, siguiendo su estilo nepotista. José Bonaparte "reinaría" con el nombre de José I Bonaparte, "Pepe Botella" para los españoles refractarios a admitirlo como rey que, en todo caso, para nuestros antepasados era "rey intruso", un usurpador.
LAS PRIMERAS MENCIONES DE SANTIAGO DE LA ESPADA EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA QUE HEMOS HALLADO
Era el día 10 de enero de 1810, cuando el corregidor de Huéscar, D. Juan de Murcia y Montero, recibe la noticia de que, los franceses, habiendo puesto su cuartel general en Albacete, avanzan ya por Tobarra. Sin demora, el corregidor envía la noticia a Castilléjar y Puebla de Don Fadrique, a Castril, Pozo Alcón, Nerpio, Moratalla, Caravaca y Santiago de la Espada (1).
La amenaza también venía desde el sur: el 24 de febrero de 1810, el General Sebastiani, marcha desde Granada a la ciudad de Murcia. La Junta Superior del Reino de Murcia, ante la noticia del avance de Sebastiani, se ve forzada a trasladarse a Almansa (Albacete), para reorganizarse y contra-atacar. Caravaca de la Cruz se convierte en cabeza de Partido Defensivo español, comprendiendo bajo su autoridad cantonal a Bullas, Calasparra, Cehegín y Moratalla. Sebastiani penetró con sus tropas en la ciudad de Murcia, la saqueó y le impuso un tributo militar. La Junta Superior del Reino de Murcia nombraría Comandante General del Partido Defensivo de Caravaca a D. Juan Carlos Samaniego y Bravo, noble caravaqueño, miembro de la Real Maestranza de Ronda, que se pondría al mando de 1.500 vecinos. Cuando en junio de 1810 llegan a Caravaca noticias de los movimientos de un ejército napoleónico (formado por 9.000 franceses) que avanzan sobre Baza, el Comandante General Samaniego alista a todos los hombres hábiles de 16 a 50 años y ordena que tomen posiciones en la Sierra de María, sobre Xiquena, María, Galera y la Puebla de Don Fadrique. Para abastecer a estas tropas patriotas se reclama el auxilio a los vecinos de Calasparra, Cehegín, Moratalla, Taibilla, Zacatín y Santiago de la Espada (2)
Son dos de las escasas citas explícitas que se hacen de Santiago de la Espada en el contexto de la Guerra de la Independencia y, como puede verse, se hallan en estudios que enfocan el asunto en otras provincias limítrofes. Como la mayor parte de la historia de Santiago de la Espada, esta etapa (tan significativa y emotiva) de nuestra historia nacional, está por estudiar exhaustivamente. No obstante, a pesar de la falta de documentación, me complace poder avanzar algunos resultados de mi investigación que pueden ser algo para comenzar y, en su momento, toda vez cotejados, mejorados o corregidos, un principio para aproximaciones venideras. Vamos a ello.
LA GUERRILLA SE ORGANIZA EN LA SIERRA DE SEGURA
La Sierra de Segura (también la de Cazorla) sería privilegiado escenario bélico de las partidas guerrilleras. Las condiciones geográficas ofrecían a los guerrilleros un aliado contra los ejércitos regulares napoleónicos. Como bien destaca Francisco Luis Díaz Torrejón: "Este abrupto territorio [se refiere a la Sierra de Segura y Cazorla] se convierte pronto en un importante santuario insurgente gracias a los esfuerzos del capitán Hermenegildo Bielsa -oficial del Regimiento Barbastro comisionado por el general Blake- y no hay mejor prueba de ello que las numerosas guerrillas allí formadas, tanto por paisanos como con soldados dispersos que vagan por aquellas alturas desde las derrotas de sus regimientos" (3).
Presentemos un poco a los personajes que nos cita Díaz Torrejón. El General Blake es Joaquín Blake y Joyes (Vélez-Málaga 1759-Valladolid, 1827); su apellido extranjero no debe extrañarnos, tenemos que saber que, como era frecuente en los ejércitos del Antiguo Régimen, el general Blake era de origen irlandés. No existía en el siglo XVIII algo así como un ejército nacional: el Rey de España, por ejemplo, contaba con Regimientos de Irlandeses, de Suizos, etcétera, formados por soldados profesionales que, por lo común, terminaban nacionalizándose tras servir al Rey en sus guerras a cambio de una soldada; el ejército moderno, el ejército nacional español, tendría su origen, cabalmente, en la movilización total de nuestros antepasados con motivo de la invasión napoleónica y del esfuerzo nacional de exterminar y expulsar al invasor francés; el general Blake tenía, con anterioridad al conflicto napoleónico, una dilatada carrera militar, además de contar con una sólida formación cultural (hablaba inglés, francés y alemán, sin que le faltara conocimiento de las lenguas clásicas -latín y griego) y, desde el año 1810 al de 1811, fue Presidente del Consejo de Regencia de España e Indias, Jefe del Estado Mayor y Capitán General. El otro personaje -muy importante para mi propósito- que cita Díaz Torrejón es Hermenegildo Bielsa que, como veremos más abajo, tuvo una relación más intensa con Santiago de la Espada. Poco sabemos de Hermenegildo Bielsa, no obstante digamos que la villa y corte de Madrid le tiene dedicada una calle.
Bielsa se presentó el 10 de febrero de 1810 ante Blake, estando Blake en Huercal-Overa y Blake comisiona a Bielsa como Comandante General de las Guerrillas del Reino de Jaén. Se desplazó, por lo tanto, a la Sierra de Cazorla y Segura y empezó a reunir y organizar las partidas guerrilleras segureñas, compuestas por eminentes guerrilleros de la provincia de Jaén y de otras partes de España.
Veamos, aunque sea someramente, a algunos de estos bravos combatientes. Bajo el mando de Bielsa estuvieron guerrilleros como los hermanos Uribe (nativos de Villacarrillo), Pedro María y Juan de Uribe. Baste decir que Juan de Uribe protagonizó un suceso insólito en nuestra Guerra de la Independencia. Un jefe de destacamento francés desafió al guerrillero a un duelo personal a espada y a muerte. El duelo se efectuó en la plazuela de la Ermita de Nuestra Señora de la Fuensanta en Villanueva del Arzobispo, el 12 de agosto de 1810. Habría que imaginarse allí a los dos, al gabacho y al villacarrillense, con sus respectivos padrinos y jueces duelistas, al más puro estilo caballeresco del siglo XIX. Uribe esgrimió mejor que el otro su florete, causándole varias heridas, hasta que el pérfido napoleónico, viéndose perdido y en el suelo, sacó al más puro estilo tramposo una pistola y disparó contra el español en un descuido, ocasionándole días después de la herida de bala la muerte al nuestro (4), el otro hermano Uribe prosiguió la lucha y vengó a su hermano.
Muchos más serían los heroicos guerrilleros de Jaén y Granada que estarían bajo las órdenes de Bielsa y uno de ellos que, en nuestro caso, nos concierne fue el franciscano Padre Fray Juan de Rienda. El Padre Rienda era lector de Sagrada Teología y Guardián (prior) del Convento de San Antón de Baza. En febrero de 1810, estando en un pueblo del Obispado de Guadix, el párroco le encargó al P. Rienda que, desde el púlpito, arengara al pueblo para tomar las armas y defenderse de la invasión extranjera. El P. Rienda puso tanto celo que la feligresía unánimemente gritó: "¡Vamos todos contra los franceses!". Y el P. Rienda no se quedó tomando chocolate, allá que se fue a la cabeza del pueblo a combatir a los invasores, sin que su hábito frailuno fuese óbice para mandar al otro mundo a los enemigos. Su despertar a la lucha nos lo cuenta una crónica franciscana (de la que extraeré lo principal para este artículo), diciendo así: "El Padre Rienda, considerando que los enemigos que ya se le acercaban, lo buscarían para castigarle por tales alarmas, teniendo por una vileza indigna de un corazón magnánimo huir vergonzosamente, desmintiendo con su fuga lo que había predicado en la cátedra del Espíritu Santo, se resolvió a tomar las armas, animando con su ejemplo a los que había incitado con su predicación" (5)
EL HORNILLO, MORADA DE LA ESPOSA DEL COMANDANTE GENERAL BIELSA
El Comandante General de las Guerrillas del Reino de Jaén, Hermenegildo Bielsa, cumplió airosamente su cometido al principio: levantó partidas guerrilleras, desplegó a los guerrilleros por la Sierra de Segura y Cazorla, asestando golpes de mano, dio asilo a los prófugos que huían de las fuerzas de ocupación y sus drásticos castigos. La actividad de Bielsa llegó incluso muy lejos de la Sierra de Segura, por ejemplo, mandó al heroico villariego Pedro de Alcalde que, con sus hombres, entrara por la noche en Martos, sustrajera 60 potros que los franceses tenían allí y los trajera a la Sierra de Segura y, de paso, los nuestros se entretuvieron en degollar a los españoles traidores, llamados "juramentados", que formaban parte del ejército auxiliar español al servicio del invasor (6). Bielsa no se portó mal, al principio: reunió a 500 dispersos, difundió proclamas y cursó órdenes, castigó a los contrabandistas y llegó a tener una fuerza de combate de 5 compañías de 100 hombres cada una, 200 escopeteros y 40 caballos. Sin embargo, todos los éxitos de primera hora de Bielsa se vieron ensombrecidos por un acto que resultó fatal para las poblaciones de Cazorla y La Iruela. Era el 8 de mayo de 1810, cuando en Cazorla se presentaron 750 soldados de la infantería napoleónica. El Comandante Bielsa ordenó que el batallón español se dispusiera entre Cazorla y La Iruela, mientras el mismo Bielsa se colocó "a la parte por dónde fácilmente podía retirarse hacia el Hornillo donde tenía su mujer. El que comprehenda aquel terreno conocerá evidentemente que aquella disposición indicaba la fuga del Comandante General, la retirada en dispersión de nuestra gente y el abandono de las dos poblaciones al saqueo del enemigo." (7). Las posiciones tomadas por el Comandante Bielsa ante la llegada del enemigo fueron vistas (y entendidas) por el Padre Rienda que estaba allí, así que el franciscano guerrillero, enfurecido y tomando su tercerola (arma de fuego de la caballería, más corta que la carabina) se fue para Bielsa y se puso a su lado, intimidándolo. Hermenegildo Bielsa le dijo al fraile: "¿Pero qué hace usted aquí?". A lo que el franciscano le respondió: "Observo a usted. Comprendo que usted va a meter piernas a su caballo, y antes le voltearé yo de un balazo." Para quitarse al fraile de encima, el Comandante Bielsa le dio una orden terminante: "Saque usted una guerrilla y póngase al frente". El P. Rienda obedeció, escogió a 10 hombres de su compañía a los que se les unió Pedro de Alcalde, con 20 de los suyos, y los bravos guerrilleros empezaron el tiroteo con los franceses. La tuvieron muy reñida los napoleónicos, pues -como apunta el P. Laín Rojas: "Los paisanos, esparcidos por el campo y guarecidos de los canalizos, aguardaban a los franceses y no desperdiciaban tiro. Los de aquellas tierras [las gentes segureñas] son excelentísimos tiradores". Pero, en el fragor de las escaramuzas con los napoleónicos y, tal y como había supuesto el P. Rienda, el Comandante General Bielsa se había ido "al Hornillo a buscar a su mujer y dejando aquella valiente tropa sin municiones y sin víveres" (8). Aquella retirada de Bielsa supuso la entrada de los franceses en Cazorla y La Iruela, saqueando, incendiando, violando y asesinando a la población civil, sin poder ser repelidos por los leales guerrilleros que, como el P. Rienda o Alcalde, todavía daban la batalla sin haberse retirado. El P. Rienda y los demás guerrilleros de Jaén denunciaron, una vez que pudieron salir de Cazorla, la retirada de Bielsa a El Hornillo, entendiéndola como traición y éste Bielsa fue cesado en su mando de las guerrillas del Reino de Jaén, sustituyéndole el Brigadier Antonio Osorio Calvache, nacido en Cádiar, Granada, en 1754 y caído heroicamente el 24 de octubre de 1810 en Villacarrillo, siendo llorado por todo el pueblo resistente de Segura, Cazorla y las Villas (9).
No se nos habrá pasado por alto que, según las informaciones de la crónica franciscana que relata las hazañas del Padre Rienda, el Comandante General Hermenegildo Bielsa, dispuso su retirada para poder recoger a su esposa que estaba en El Hornillo. Resulta verosímil que, así las cosas, Santiago de la Espada, todavía en ese entonces conocido como El Hornillo, pudiera ser algo así como la base segura en la que algunos jefes guerrilleros habían instalado a sus familias, mientras ellos se movían por la sierra sembrando el terror en las filas invasoras. Lo remoto y difícilmente accesible de Santiago de la Espada así nos lo sugiere; y la crónica franciscana así nos lo hace entender cuando repite por dos veces que la esposa del Comandante General Bielsa tenía su residencia provisional en Santiago de la Espada, El Hornillo. Y al Hornillo -metiendo espuelas a su caballo- se retiró Hermenegildo Bielsa para recoger a su esposa, mientras dejaba a merced de los franceses las poblaciones de Cazorla y La Iruela y, por ende, perdiendo el crédito entre los guerrilleros combatientes que exigieron su deposición en el cargo de Comandante General. Es una línea de investigación que seguir. El P. Rienda, según comenta la crónica, se sumaría más tarde al Vicario de Yeste en Nerpio, lo que también apuntaría que el cura trabucaire pasaría por Santiago de la Espada con los hombres de su partida.
NOTAS:
(1) Carayol Gor, Rafael, "De la Guerra de la Independencia en Huéscar y el Coronel Villalobos", Boletín del Centro de Estudios Pedro Suárez, Estudios sobre las comarcas de Guadix, Baza y Huéscar, nº 23.
(2) Moyano, Manuel, "La Guerra de la Independencia en la Región de Murcia", (Varios Autores), Colección Estudios Críticos, Tres Fronteras Ediciones, Región de Murcia, año 2009.
(3) Díaz Torrejón, Francisco, "Guerrilla y geografía: el movimiento insurgente en el mapa de la Andalucía napoleónica (1810-1812)". Anuario. Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, 2009.
(4) Martínez Laínez, Fernando, "Como lobos hambrientos. Los guerrilleros en la Guerra de la Independencia (1808-1814)", Algaba Ediciones, 2007. Es uno de los libros de referencia que para este tema hay, una obra muy completa que tiene la virtud de haber estudiado la guerrilla antinapoleónica en todo el territorio español, con un estilo ágil y ameno.
(5) Empleo una crónica franciscana (no sé si, con el tiempo, ha conocido su publicación); contaré brevemente cómo llegó a mis manos y quién es su autor. El franciscano vallisoletano P. Fray Alejandro Recio Veganzones (q.e.p.d.) fue un arqueólogo de prestigio que terminó sus días en Martos, tuve el honor de conocer y ser discípulo del Padre Recio quien, hace ya muchos años, puso en mis manos fragmentos de una crónica franciscana escrita en el siglo XIX; todos esos fragmentos concernían a la Guerra de la Independencia y al esfuerzo bélico realizado por los franciscanos andaluces de la época. Esa crónica que digo la escribió el P. Fray Salvador Laín Rojas (nacido en Bujalance, Córdoba, el año 1741), este fraile decimonónico pasó por varios conventos franciscanos, convirtiéndose en un erudito arqueólogo del siglo XIX, especializado en latín, hebreo y árabe. En 1790, el P. Laín Rojas ganó la cátedra de Filosofía del Convento de Úbeda y en 1797 se convirtió en profesor de Filosofía del Convento de Martos. Todo lo relativo a las hazañas del Padre Rienda que he empleado para la confección de este artículo pertenece a esa Crónica cuyo título completo no puedo citar, dado el estado fragmentario en que me llegó. Sí que conservo copia mecanografiada por el mismo P. Recio que me aportó esas páginas. Y quiero, a título de testimonio, poner aquí ni siquiera la fotografía de un pasaje, en el que podrá leerse "El Hornillo".
(6) Gazeta de la Regencia de España e Indias y véase también el libro "Como lobos hambrientos" (op. cit. de Fernando Martínez Laínez)
(7) Crónica franciscana del padre fray Salvador Laín Rojas, ver nota 5.
(8) Crónica franciscana del padre fray Salvador Laín Rojas, ver nota 5.
(9) La Asociación Amigos de la Historia de Villacarrillo (Ahisvi) publicó en su día un especial sobre la Guerra de la Independencia en la zona de las Cuatro Villas que recomiendo como material de obligada mención.